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Prevención del sobrepeso en la niñez: prevención de las Enfermedades Crónicas no Transmisibles (ECNT) del adulto.Primera parte

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La obesidad infantil constituye a nivel mundial un importante problema de salud pública, por su creciente prevalencia y por las consecuencias sobre las expectativas y la calidad de vida futura. En el año 1997, la OMS reconoció a la obesidad del niño y del adolescente como una «una enfermedad crónica» con una fuerte asociación con la diabetes mellitus tipo 2 (DM2), con la hipertensión arterial y con las enfermedades cardiovasculares isquémicas. En Chile, la prevalencia de la obesidad ha aumentado en forma alarmante en todos los grupos etéreos durante las últimas dos décadas y de la misma forma su comorbilidad (hipertensión arterial, diabetes mellitus, cardiopatías isquémicas). Esto se ha relacionado con cambios en los hábitos de ingesta y actividad física asociados en parte al modelo de desarrollo económico vigente. En la población infantil, la obesidad se ha cuadruplicado en los últimos 15 años. Un estudio realizado en población escolar de 6 a 16 años, representativa de todos los NSE de 4 regiones del país, muestra que entre los años 1986 y 1998 la obesidad aumentó de un 4.6% a un 24.0 % en los prepúberes y de un 2.3 % a un 17 % en los púberes.

Diferentes estudios nacionales coinciden en que la dieta del chileno se ha «occidentalizado» con un mayor consumo de grasas y alimentos elaborados y un bajo consumo de pescado, leguminosas, verduras y frutas. Por otra parte, la inactividad física sería un factor preponderante en la retención calórica diaria, afectando al 60% de los preescolares y al 80% de la población adulta. Un estudio realizado durante los años 2003-2005 a 1780 escolares de primero básico y medio de la Región Metropolitana a través de un Proyecto DID, muestra un mayor deterioro de los hábitos de actividad física que de los de ingesta, tanto a nivel de educación básica como media. Así, mientras en escolares de primero básico menos del 1% tiene hábitos de ingesta calificados como malos, el 19.1 % tuvo malos hábitos de actividad física, en tanto que en escolares de primero medio, estos porcentajes fueron 5.9% y 31.4% respectivamente. Otro estudio similar, en escolares de tercero y séptimo básico, no encontró asociación entre consumo de frutas y verduras o de alimentos de alta densidad calórica con obesidad; por otro lado, mientras el 22.3% ve más de 3 hrs de TV los días de semana, este porcentaje sube a 47% los fines de semana. Consecuencias de la Obesidad sobre la Salud en la Edad Pediátrica. Los estudios de cohorte iniciados en la niñez coinciden en que el aumento de la DM2, del síndrome de ovario poliquístico, de la arteriosclerosis y del riesgo cardiovascular, está estrechamente asociado a la obesidad especialmente abdominal, a la dieta rica en grasa y azúcares elaborados, al sedentarismo y tiene como base una susceptibilidad étnico-genética para desarrollar obesidad y Resistencia Insulínica (RI). Ambas condiciones tienen un fuerte condicionante genético asociado a un «genotipo ahorrador» propio de las poblaciones primitivas, con una gran eficiencia para utilizar la energía de los alimentos, acumular peso y depositar grasa en períodos de abundancia y una programación desde la vida fetal de órganos y tejidos como el hígado, músculo y grasa que se hacen resistentes a la acción de la insulina para favorecer el flujo de glucosa hacia el cerebro. Este genotipo que permite la «supervivencia» en un medio escaso en nutrientes, llega a la obesidad con rapidez en ambientes donde abundan los alimentos y la actividad física es escasa. Un porcentaje importante de la humanidad aún portaría este genotipo y tendría una especial susceptibilidad para desarrollar obesidad, RI, DM2 y enfermedades cardiovasculares asociadas. Estudios nacionales muestran una alta prevalencia de RI en niños obesos (53% y 54% en prepúberes y púberes respectivamente). El trastorno del metabolismo de los carbohidratos y de los lípidos propios de la RI, y una disfunción endotelial temprana como consecuencia del hiperinsulinismo compensatorio, contribuyen a un proceso arterioesclerótico progresivo, demostrado también en población infantil… .

Extracto, Revista Hospital Clínico Universidad de Chile Vol. 16 Nº 4 año 2005.

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