El riesgo de mortalidad asociado a las carnes, embutidos, huevos y lácteos disminuye comiendo vegetales.
Científicos del Hospital General de Massachusetts han llevado a cabo el mayor estudio hasta la fecha para comparar los efectos de las dietas proteicas de diferentes procedencias y encontraron que las basadas en fuentes animales, principalmente embutidos y carne roja, se asociaban a una tasa más alta de mortalidad, mientras que las más saludables incluían proteínas vegetales, como legumbres y frutos secos. Los resultados se publican en la revista JAMA Internal Medicine.
Según Mingyang Song, del Departamento de Gastroenterología de dicho hospital y uno de los autores de la investigación, esta muestra la importancia de las fuentes de proteínas en las dietas a largo plaza: «mientras que otros estudios se centraban en la cantidad de la ingesta proteica, que por supuesto es importante, nosotros pensamos que la procedencia de esas proteínas es igualmente fundamental. Incluso creemos que a largo plazo influye más la calidad de las proteínas que la cantidad». El presente estudio ha analizado datos de los estudios Nurses’ Health Study (NHS) y de Health Professionals Follow-up Study (HPFS), en los que había estadísticas de más de 3 millones y medio de personas desde los años 80.
En ese periodo de tiempo se registraron más de 36.000 muertes por enfermedades cardiovasculares, unas 13.000 por cáncer y 14.000 por otras causas. Después de descartar los riesgos por estilos de vida poco saludables –fumar, beber alcohol, obesidad, sedentarismo–, los investigadores comprobaron que una ingesta elevada de proteínas animales –carne, embutidos, huevos y lácteos– se correspondía con un mayor porcentaje de fallecimientos, mientras que el consumo de proteínas vegetales –pan, cereales, pasta, legumbres, nueces…– se asociaba a una tasa de mortalidad más baja.
Según la investigación, un aumento del 10% en la ingesta de proteínas animales aumenta un 8% el riesgo de muerte por enfermedades cardiovasculares y un 2% por otras causas. Por el contrario, aumentar un 3% el consumo de proteínas vegetales disminuye un 12% las posibilidades de morir por un problema cardiovascular. Curiosamente, esta relación entre proteína animal y riesgo de mortalidad solo se daba en los individuos con al menos un factor asociado a estilos de vida poco saludables: bajo peso o sobrepeso; consumo excesivo de alcohol, tabaquismo o sedentarismo. La relación no se daba en sujetos con un estilo de vida sano. Según Song, «debemos considerar comer más proteínas vegetales que proteínas de origen animal. Y entre las animales, las de pescado y pollo son la mejor opción”.